miércoles, 5 de marzo de 2014

Aburrido de la vida

Había un hombre de la nobleza, muy rico, que había crecido cansado de la vida y sin expectativas, tenía todo lo que una persona pueda desear excepto felicidad y alegría. El dijo: Estoy aburrido de la vida. Me voy a ir al río y voy a acabar con ella.
Mientras caminaba solo, sintió una pequeña mano tirando de su falda. miró hacia abajo y vio a un niño pequeño, frágil y aparentemente hambriento que le imploraba: Nosotros somos seis. ¡Nos estamos muriendo de hambre! El hombre pensó, ¿por qué no aliviar a esta desdichada familia? Tengo los medios y mis riquezas ya no van a tener más uso cuando yo muera.
Siguió al pequeño y entró a aquella escena de miseria, enfermedad y necesidad. El saco su billetera y vació su contenido. Los miembros de la familia estaban a su lado con alegría y gratitud. Identificándose aun más con sus necesidades, el adinerado hombre dijo: ¡Yo vuelvo mañana, y voy a compartir con ustedes más cosas buenas que tengo abundantemente y no aprovecho!
Dejó aquel cuadro de necesidad y desdicha contento de que el niño la hubiera encontrado. por primera vez en su vida comprendió la razón de su riqueza. Jamás volvió a pensar en acabar con su vida, porque no tenía sentido ni propósito...

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