Mientras
caminaba solo, sintió una pequeña mano tirando de su falda. miró hacia
abajo y vio a un niño pequeño, frágil y aparentemente hambriento que le
imploraba: Nosotros somos seis. ¡Nos estamos muriendo de hambre! El hombre pensó, ¿por qué no aliviar a esta desdichada familia? Tengo los
medios y mis riquezas ya no van a tener más uso cuando yo muera.
Siguió
al pequeño y entró a aquella escena de miseria, enfermedad y necesidad.
El saco su billetera y vació su contenido. Los miembros de la familia
estaban a su lado con alegría y gratitud. Identificándose aun más con
sus necesidades, el adinerado hombre dijo: ¡Yo vuelvo mañana, y voy a
compartir con ustedes más cosas buenas que tengo abundantemente y no aprovecho!
Dejó
aquel cuadro de necesidad y desdicha contento de que el niño la hubiera
encontrado. por primera vez en su vida comprendió la razón de su
riqueza. Jamás volvió a pensar en acabar con su vida, porque no tenía
sentido ni propósito...
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